
En el cortejo se sucede una serie de comportamientos que
cumplen diferentes finalidades. Estas conductas se van integrando
entre sí para desembocar, si el éxito acompaña, en la cópula.
Persuasión. Su función principal es eliminar o aminorar los
comportamientos no sexuales de la hembra, sea su indiferencia, su
huida o muchas veces su ataque. Como es de esperar,
predominarán señales de apaciguamiento, amistosas,
tranquilizadoras…
Orientación. La seducción de pájaros, grillos, ranas y
chicharras es bien conocida: cantan sus canciones de amor. Y
recalcamos el sus porque cada especie tiene su propia canción,
diferente a la de las demás especies. Otros animales emiten
aromas sexuales (feromonas), otros danzan grotesca o
graciosamente, etc. Estas son formas de cortejo que ayudan al
encuentro de la pareja y que simultáneamente informan que aquí
hay un macho adulto, dispuesto sexualmente y de su misma
especie (función de aislamiento reproductor del cortejo). Aunque
el hombre no tiene posibilidades de equivocarse con otra especie,
este último punto es sumamente importante para muchos
animales, ya que confundir una novia con un depredador bien
puede costar la vida.
Otra función es la de sincronización, donde la presencia del
macho cortejante, por ejemplo, acelera la ovulación de la hembra
y favorece su fecundación. Si el cortejo se extiende por período
largo (noviazgo), los individuos van sincronizando sus
actividades, conociéndose, tomándose los puntos uno al otro: si
no hay deserción, la pareja puede establecerse con buenas
posibilidades de coordinación y de éxito reproductor. Finalmente,
los machos cortejantes con sus comportamientos exuberantes no
sólo atraen a las hembras, sino que repelen a otros machos
competidores. El cortejo sirve a la vez como señal que inhibe y
desestimula a otros machos.
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